Autodefensa Online
El presente texto (ponencia en su origen) nace de las diversas investigaciones llevadas a cabo desde la Universidad de Deusto, una pesada Tesis Doctoral y el trabajo en prevención e intervención junto con Ianire Estébanez, en programa CTRLA.
De este modo, a continuación, se presenta una experiencia teórica y práctica, en la que se ha podido intervenir y experimentar desde ámbitos muy diversos en las ciberviolencias machistas que viven y hace frente las adolescencias.
No obstante, y aunque se intente integrar una perspectiva compleja y diversa, contar con que la realidad, y más cibernética es inmensa, y existen tantas adolescencias, como adolescentes, por lo que esto se escribe como un mero ensayo que nace de las experiencias antes mencionadas, el objetivo no es generar un discurso único y sencillo, sino plantear algunas reflexiones teóricas y prácticas se han ido hallando a lo largo de esta experiencia.
¿QUÉ SUPONE LA ADOLESCENCIA?
La adolescencia transcurre como un proceso subjetivo que se caracteriza por explorar con sus identidades, y orientaciones sexuales, que además convergen y conviven con –y también hacen frente a− un sinfín de contradicciones, que posicionan a la adolescencia como un momento clave para confrontar el “deber ser”, y a la vez, dar respuesta a sus deseos e inquietudes. Se posiciona como una etapa vital para la construcción de identidades, para conocerse a una, une y uno mismo. Es un momento de exploración y tener un sinfín de nuevas experiencias y vivencias personales y sociales. Por ello, para esta etapa resulta importante la toma de referentes, la imitación y seguir modas. El sentimiento de pertenencia para esta etapa, como dirían, ellas, elles y ellos es “brutal”, por lo que para ellas sus amistades, sus grupos, y aquello que les identifica y les gusta tendrán una trascendencia vital.
De igual modo es una etapa perfecta para la trasgresión, porque en ella hallan sus límites y mayor autoconocimiento. De tal modo, será común la transgresión de normas y ruptura de avisos parentales. Forma parte de esta etapa la distancia hacia sus familias, y se centran más en amistades, es un momento en la que necesitan conocerse por ellas y ellos mismo.
TRABAJAR NUESTRO ADULTOCENTRISMO
Desde luego para trabajar con la adolescencia y comprender sus realidades necesitamos, primero, interpelarnos a nosotras, nosotres y nosotros mismos. Cuestionarnos, pensar desde dónde miramos, y desde donde les hablamos. ¿Ponemos en duda su palabra? ¿dudamos de sus sufrimientos? ¿Pensamos que son cosas “de la edad”?
Muchas veces a la adolescencia se les ha mirado como seres enigmáticos, complicados y que generan problemas. Cuestionamos sus actitudes, y se genera un discurso de que “tiempos pasados” fueron mejores, sin cuestionarnos que en nuestras generaciones se dieron rebeldías, seguimos referentes, imitamos códigos y posiblemente fuéramos más machistas y consumiéramos productos y contenidos más sexistas de lo que hacen ahora.
Cuestionamos sus actitudes, y se genera un discurso de que “tiempos pasados” fueron mejores…
Y es que la realidad es que se ha generado un eco social muy negativo alrededor de la adolescencia, se les culpa, incluso, ahora del contagio de la pandemia.
De este modo, si pensamos en la adolescencia, y añadimos la variable de tecnologías, o género, muchas veces solo nos viene a nuestros imaginarios palabras y acepciones en negativo. Efectivamente se ha creado un discurso sumamente dañino contra ellas, elles y ellos, y que nos impiden ver la realidades desde otros primas más complejos.
ADOLESCENCIA Y TRIC
Es más, las adolescencias deben ser comprendidas en su interacción con las TRIC, tecnologías de la Relación, Comunicación e Información. Efectivamente, hoy por hoy las tecnologías y los instrumentos que utilizamos, nos sirven especialmente la relacionarnos, para gestionar nuevos mundos y espacios diversos. Para conectarnos con otras realidades.
De tal modo, las nuevas generaciones, loas generaciones llamadas Generación Z desde sus inicios han (con)vivido con las TRIC y han gestionado sus identidades, relaciones a través de estos canales tecnológicos, lo que les sitúa como nativas y nativos digitales. Esto es, comprender a las adolescencias, significa analizar la vida digital, y comprenderla desde su complejidad.
Las TRIC se posicionan como espacios para estar, convivir y relacionarse. Así, es importante que nuestras interacciones con ellas, elles y ellos no se inunden de visiones catastrófistas y adultocéntricas. Es necesario cuestionar e indagar sus realidades desde posiciones más horizontales, pudiendo visibilizar riesgos, pero también oportunidades que se hayan en estos lugares.
Concretamente, las últimas investigaciones señalan que la adolescencia y juventud permanece en constante conexión. Según los datos extraídos de European Institute Gender Equality (EIGE, 2020), el 98% de la adolescencia y juventud entre 16 a 25 utiliza diariamente los instrumentos tecnológicos y a nivel estatal el 99% , no existiendo practicamente diferentes por cuestión sexo.
Entre los canales más utilizados y que más presentes están en la vida digital de la adolescencia de la CAE, según el informe más reciente de Gazteen Euskal Behatokia – Observatorio Vasco de la Juventud (2019), estarían los videojuegos (50%), YouTube (80%) y las redes sociales (99,7%).
De forma más detallada, el mismo informe señala que entre las redes más utilizadas estarían WhatsAppp (96,7%) e Instagram (89,9%). Aunque en el presente informe no lo recoja, otros estudios de índole internacional señalan la importante influencia que está tomando la aplicación Tiktok entre la población muy joven, una aplicación enfocada en la música y creación de videos cortos, es más el 40% de las personas usuarias son entre 10 y 19 años.
Sobre su convivencia digital, es importante apuntar que dentro de ella han encontrado un escenario super amplio de contenido y productos. Un sinfín de espacios y lugares que pueden acceder en tan solo un click, y lo que resulta más fascinante y sobre todo en esta etapa, pueden seguir y estar cerca de sus mayores referentes, que hoy por hoy se pueden hablar de YouTubers, Instagramers, TikTokers…
ADOLESCENCIA Y CIBERVIOLENCIAS MACHISTAS
En estos espacios la juventud y la adolescencia encuentran sus lugares de diversión, tomas de referencias, gestión personal y personales, pero también sufren agresiones y acosos; tales como: hostigamiento, persecución, suplantación de identidad, violación de la intimidad, exclusión social, denigración, traspaso de virus, videos de peleas, y un largo etc.
Académicamente y por extensión, en la vida cotidiana, a estas formas de agresión y acoso que reciben la adolescencia y juventud se le ha denominado Cyberbullying. En su origen existe un paralelismo con el “tradicional” bullying, sin embargo a diferencia de este otro acoso, el cieracoso se da por canales digitales, y por ende, se precisa que la intensidad y el daño con la que se produce la agresión es mayor, ya que:
1) el anonimato del agresor que posibilita una mayor impunidad;
2) las agresiones pueden sucederse permanentemente, muy rápido, y por un gran número de personas a la vez e instantáneamente; y
3) el acoso es ejercido ante una gran “audiencia”, y con gran difusión.
Estas tres condiciones favorecen que la condición de agresión, y la situación de la víctima sea más coercitiva, generando, de esta forma, una agresión global y no local.
Ello genera un sentimiento de inseguridad, inquietud, así como una sensación de miedo en la víctima y de no sentirse “a salvo” en ningún momento. Sin embargo, las agresiones que sufren la chavalería académicamente y socialmente no han sido cuestionadas desde perspectivas más complejas. Se han tratado como casos aislados, solo fijándonos en características concretas de la persona que sufre la agresión y la que agrede. Pero lo cierto es que estas agresiones, al igual que ocurren en la vida offline, vienen marcadas por arraigos culturales tradicionales, y una profunda y social respuesta a la división de privilegios y opresiones que se dan desde los sistemas (hetero)patriarcales, capacitistas, capitalistas, racistas…
No se han realizado análisis más intereseccionales, y por tanto son violecias sin nombre, y recordemos, lo que no se nombra no existe. Es preciso visibilizar sus orígenes, y así, apropiarnos de una terminología feminista y que en su ser plantee la raíz de la violencia. Por ello, se propone hablar de ciberviolencias machistas, como un mecanismo de control y ejercicios de privilegio y opresiones que dan respuesta a esos imaginarios tradicionales.
Concretamente dentro de las ciberviolencias machistas, se podrían destacar:
CIBERACOSO SEXUAL: Crear un espacio intimidatorio de carácter sexual vía online. Puede ser desde traspaso de fotos y/o videos sin consentimiento, comentarios, invasión en las redes…
CIBERACOSO SEXISTA: Cualquier comentario, video y/o foto que menosprecia y discrimina a las mujeres por hecho de serlo.
CIBERVIOLENCIA SIMBÓLICA: Reproducción de códigos y estereotipos binarios a través de las corporalidades e imágenes, y que genera una vulnerabilidad social y daña a la autoimagen.
CIBERCONTROL: Seguimiento y vigilancia de perfiles, contraseñas… coger el móvil sin el permiso de la otra persona.
CIBERACOSO LGTBI+FÓBICO: Cualquier comentario, video y/o foto que menosprecia y discrimina a las personas del colectivo LGTBI+.
CIBERACOSO RACISTA: Cualquier comentario, video y/o foto que menosprecia y discrimina a las personas racializadas.
CIBERACOSO DISCAFÓBICO: Cualquier comentario, video y/o foto que menosprecia y discrimina a las
personas con diversidad funcional .
Sobre estas formas de ciberviolencias machistas es importante decir que existe una importante normalización de las agresiones, de hecho, es común escuchar entre la chavalería la palabra “hater” para referirse a aquellas personas que “odian” (Es decir que acosan) a personas referentes del medio.
También, apuntar que se sigue necesitando realizar mayores cuotas de intervención y prevención en estas ciberviolencias (claro, alejadas de una visión más adultocentríca), ya que además de la normalización, es importante visibilizar que contra las chicas se genera un discurso culpabilizador y responsabilizador. Aquellas que por ejemplo deciden disfrutar de sus cuerpas, quedan estigmatizadas y dañadas, por lo que se necesita que se generen y refuercen discursos de empoderamiento y sororidad pudiendo situar al cuerpo en e centro y el automimo como estrategia de subversión.
ADOLESCENCIAS Y CIBERESISTENCIAS
A pesar de que tienen que hacer frente y se generan estas formas de ciberviolencias, no podemos dejar de visibilizar que estas nuevas generaciones, las generaciones Z, se han enredado de forma individual y colectiva, y han generado resistencias y redes contra las ciberviolencias. De hecho, es frecuente encontrar adolescentes que siguen a YouTubers, Tiktokers, Instagramers…. Que hablan de identidades flexibles y alternativas, que cuestionan los sistemas dañinos, y que intentan subvertir. Es más, ellas, elles y ellos generan cadenas de lucha y reivindicación.
Sabiendo esto, es importante seguir reforzando sus actitudes, acompañarles y seguir mostrando referentes alternativos, cambiemos desde adentro, para cambiar desde afuera.